Friday, August 7, 2009

Sarah


J. T. Leroy (Laura Albert), 2000

Aquella noche no llovió. Hubo rayos y truenos, y cayeron cuatro gotas, pero nada más. aquel milagro era, sin lugar a dudas, competencia de una santa que había triunfado sobre el hechizo de una culebra. Algunos aseguraron haber visto fresnos en llamas tras caerles un rayo, indicio de la proximidad de una culebra. Pero Stella dijo que nunca faltan herejes celosos para extender falsos rumores.

Aquella noche Pooh ganó muy poco dinero. Todos los camioneros fueron a ver a la santa que yacía sobre las sábanas de raso con estampado de piel cebra. Rezaron en voz baja por el camión Kenworth de edición limitada, con cama de agua térmica en la cabina, y para que desapareciera aquella extraña quemazón que notaba en la entrepierna. Le Loup encendía velas y les estrechaba la mano a los camioneros quizá demasiado fuerte, hasta que se mostraban más generosos a la hora de dejar dinero en la bandeja.

Los reporteros de la televisión y los periodistas no se presentaron, pero de todos modos las prostitutas tomaron clases de Cosmética Mary Kay e hicieron una buena provisión de tonos en la gama del marrón y el beige, los que más favorecían ante las cámaras, por si acaso.

[…]

Tras quitar la mano de la frente del camionero, Pooh y yo nos miramos fijamente en silencio. Hubo un instante de complicidad, como cuando sorprendes a alguien que se está masturbando en el cuarto de baño.

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