Monday, March 23, 2009

Una isla sin mar


César Silva Márquez, 2009

Hay guerras, lluvias de sangres, explosiones y pestes, pero todo es tan lejano, me levanto de mi lugar y veo por la ventana el cielo, veo los cerros y la paz del aire y el polvo es tal que no hace más que tranquilizarme. La hora no importa. La luz amarillenta y los ruidos mínimos que me rodean pueden estar aquí día y noche. Si me desentendiera del reloj, no tendría la menor idea del momento que habito. En este lugar no existe el tiempo. Las lámparas siempre están encendidas. Las sombras no se mueven, no se arrastran ni se esconden o alargan, simplemente están. La temperatura es la misma a cualquier hora del día.
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Thursday, March 19, 2009

Lunar Park


Bret Easton Ellis, 2005

Le pregunté al escritor cómo se esconde algo que no está vivo.
Le pregunté al escritor cómo engañas a algo que no está vivo para que salga de su escondite.
Lo cual silenció momentáneamente al escritor. El silencio terminó por preocuparme.
El escritor se reactivo cuando me acerqué a la ventana de Sarah y bajé la vista hacia el seto y el gato descuartizado.
El escritor sugirió que fuéramos al cuarto de Robby.
[…]
La angustiosa teoría de Nadine Allen daba vueltas en el cuarto estéril.
La palabra «Neverland» empujó al escritor a mover el ratón.
El escritorio ocupó la pantalla
[…]
La palabra no era «Neverland».
La palabra era «Neverneverland».
Los chicos desaparecidos iban al País de Nunca Nunca Jamás.
El escritor me dijo que lo tecleara inmediatamente
[…]
El escritor, a mi lado, consideraba lo ocurrido, elaboraba teorías.
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Wednesday, March 18, 2009

Wednesday, March 11, 2009

Río Blanco


Mario Heredia, 2008

Desde estas regiones, a más de cinco mil metros, he visto desgarrarse el cielo y sangrar día y noche, he visto tanta agua, tanto mar, nubes, asteroides, he visto tantas cosas… Puedo mirar abajo y escudriñar entre los inmensos pinos, álamos, hules y ceibas, entre la gasa de niebla, a cientos de almas que aparecen y desaparecen tras las puertas de sus casas, los portones de los hospitales, de las parroquias, bajo la tierra al final de un camino; salen y se pierden entre las calles, plazoletas y fuentes. Desde estas alturas he podido observar a los ángeles regordetes descender hasta las nubes y sonreír a todo lo que sucedía, he visto al sol iluminarme, y a la luna, y conocer a cada estrella y una vez, una sola vez, pude mirar el ojo de Dios.
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Tuesday, March 10, 2009

Nunca fui primera dama



Wendy Guerra, 2008.

Hago la maleta, son muy pocos días, veo la ropa que ha usado mi madre. Me pregunto qué nos compone, qué sensaciones tengo al ser esto que soy, que hemos sido nosotras al final de todo. Abro la maleta mientras rezo:
Trusas tendidas al sol, lágrimas negras, reverbero, chancletas en una conga triste, colorete, azul de metileno, batas de casa, huevos fritos, dolor y perdón, ropa de una amiga, ojos pintados con apuro, ropas enfundadas en el cuerpo criollo, cartas perdidas, pelo largo con rolos, agua de violetas, piel de violetas expuesta al sol, bronceador de mantequilla, carmín en los espejos, sandalias con arena, jarrito en el baño para lavarse, suspicacia, machismo leninismo, llanto tras el orgasmo, cosquillas con sexo, ¿Papi, tú me quieres?, inteligencia callada, descalzas cocinando entre apagones, piernas extendidas en el suelo después de limpiar, movilizadas, citadas, cabeza envuelta en pañuelo, ellas van marchando casi bailando en el pelotón, trabajando con la hija que juega a su lado. Radio Reloj informa mientras se maquilla, carcajada con tristeza, café con leche y pan con mantequilla, baño de flores blancas y cascarilla, inhalaciones de eucalipto, arroz con frijoles en la olla de presión, sentir, decir, estallar, parir en colectivo, sexo sobre literas, almohadillas sanitarias hechas en casa, locas académicas bailadoras, amas de casa filósofas, de que Van Van, adiós sobre el arroz, Penélope’s del Caribe, profundidad relajada, plátano maduro frito, campismo nudismo, la foto de los quince en blanco y negro, casarse en tres días, divorcio a la cubana, lágrimas risueñas, las flores de Ochun, deseo, deseo, deseos por cumplir, botas rusas, minifaldas guerrilleras, ardor y sal, simples oraciones bajo las sábanas de los discursos.
En la multitud somos únicas, primeras damas fundidas con la muchedumbre.

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De qué hablamos cuando hablamos de amor



Raymond Carver, 1981

[De qué hablamos cuando hablamos de amor]

Terri dijo que el hombre con quien vivía antes de vivir con Mel la quería tanto que había intentado matarla.
Luego continuó:
—Una noche me dio una paliza. Me arrastró por toda la sala tirando de mis tobillos. Y me decía una y otra vez: «Te quiero, te quiero, zorra.» Y mi cabeza no paraba de golpear contra las cosas. —Terri nos miró—. ¿Qué se puede hacer con un amor así?

[…]

—Puede que no llame a mis hijos. Puede que no fuera tan buena idea. Puede que lo que hagamos sea irnos a cenar. ¿Qué os parece?
—A mí me parece bien —asentí—. Comer o no comer. o seguir bebiendo. Yo podría seguir hasta que anochezca.
—¿Qué quieres decir, cariño? —preguntó laura.
—Exactamente lo que he dicho —respondí—. Que podría seguir. Eso es todo lo que he dicho.
—Pues yo comería algo —confesó Laura—. Creo que no he tenido tanta hambre en mi vida. ¿Hay algo para picar?
—Sacaré queso y galletas —dijo Terri.
Pero Terri siguió sentada. No se levantó ni trajo nada.
Mel volcó su vaso. Lo derramó sobre la mesa.
—Se acabó la ginebra —anunció.
—¿Y ahora qué? —dijo Terri.
Oía los latidos de mi corazón. Oía el corazón de los demás. Oía el ruido humano que hacíamos allí sentados, sin movernos, ninguno lo más mínimo, ni siquiera cuando la cocina quedó a oscuras.

Monday, March 9, 2009

Aparta de mí este cáliz


Luis Humberto Crosthwite, 2009

La crucifixión era desagradable. Me decía: «Acepto esta cruz, pero tendrá que haber cambios».
[…]

Me gustaría que fuéramos al cine como lo hacíamos en Galilea. Una película de terror me caería bien […]

En el encierro las cervezas costaban una fortuna. Había quienes podían pagarlas, nosotros no. Sólo imaginábamos: me enseñó a poner la mano así, como si en ella hubiera un bote. Me imaginaba ese bote imaginario. Al principio sólo era aire, pero luego empecé a saborear el líquido fresco y espumoso.

[…]
Soy Jesucristo y algún día volveré a besarla.
Soy Jesucristo y la besaré apasionadamente.
Serán versos mesiánicos, salvadores; besos en sus manos y sus pies.
Soy Jesucristo y buscaré sus labios para besarla una tras otra.
He caminado sobre agua, he multiplicado pan, me he parado en montes y desiertos. Y lo he hecho todo por usted.
Aún me siento como un recién casado, con deseos de hablarle por teléfono cada minuto. Aún anhelo un futuro lleno de hijos y nietos, llenos de delicias.
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Monday, March 2, 2009

Una isla sin mar

Faltan 20 días.

Contraportada de Una isla sin mar (tomada de La casa del libro).

Cuando la huída se convierte en la única posibilidad de vivir. La cómoda existencia de Martín en Ciudad Juárez se ve súbitamente sacudida. Su novia lo ha dejado, su exitosa carrera atraviesa un mal momento y, por si fuera poco, sufre unos sueños recurrentes y extraños. En ellos, Martín visita su antigua casa paterna, donde un viejo de barba blanca le urge a huir de Juárez. Sin duda, Martín abriga sueños de fuga, moldeados por películas norteamericanas, el sopor de las costas del sur de México y la pulcritud de las ciudades californianas. Sin más horizonte que la posibilidad de una huida, la vida de Martín se enfila gradualmente hacia un limbo.
Una novela inteligente por una joven promesa de la literatura mexicana.
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