Sunday, June 14, 2009

Los perros de Riga


Henning Mankell, 2002 (1992)

El olor áspero a lana húmeda.
De ese modo recordaría Kurt Wallander aquel trayecto nocturno por las calles de Riga. Se había agachado e introducido en el asiento trasero, y antes de que los ojos se le acostumbraran a la oscuridad, unas manos le cubrieron la cabeza con una capucha que olía a lana. Al cabo de un rato estaba sudando y empezó a picarle la piel. pero el miedo, la aguda impresión de que todo iba mal, desapareció en el mismo isntante que entró en el coche. Una voz, que suponía pertenecía a las mismas manos que le habían puesto la capucha, intentaba calmarle.
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