Tuesday, March 10, 2015

La balada de los arcos dorados en El Heraldo de Puebla

La balada comentada por Serafín Vázquez

la nota la pueden leer AQUÍ

y dice más o menos así:

Todas las ciudades tienen sus historias. En cualquiera pueden perseguirte, alcanzarte, y -de un jalón -subirte a la batea de una pick-up, entonces llegarán los golpes y los insultos: la cara al suelo, puto; no que muy chingón, eres un pendejo. Querrás moverte, escapar, pero la adrelanina del instinto de conservación será superada por el sujeto que se sienta en tu espalda y te dice: en todos lados tenemos ojos, puto.
En La balada de los arcos dorados las historias suceden en Ciudad Juárez, Chihuahua, donde vive el periodista  Luis Kuriaki, quien ha publicado en el diario para el que trabaja que en el tráfico de drogas también participan aviones militares. En esa misma ciudad viven -y mueren- varios de sus amigos, entre ellos Samuel Benítez, con quien habla pese a ya no ser de este mundo.
Y también Rebeca y Rossana; la primera ex azafata de origen norteamericano, su vecina. La segunda, juarense como Luis, y su compañera en El Diario de Juárez. Como buenos reporteros, Rossana y Luis tienen sus fuentes en dos policías, Álvaro Luna, y el veracruzano Julio Pastrana, quien tomó la justicia como algo personal desde antes de la desaparición de su prima Margarita.
El autor César Silva (Ciudad Juárez, 1974) ha revelado que La Balada... está inspirada en su amigo periodista Luis, quien como su personaje, trabaja y vive en Ciudad Juárez. Para el duro policía Julio Pastrana, se basó en la personalidad del actor Joaquín Cosío, que puedes identificar en películas como La dictadura perfecta o El Infierno.
En La balada... hay varias historias, todas muy bien contadas: La de la madre de Luis, a quien siempre veremos con un vaso de whisky en las manos. El origen de los McDonalds en 1937 en Pasadena, California; los ataques racistas del Ku Klux Kan en Alabama, y la aparición de un homicida serial en Chicago que gustaba dejar junto a sus víctimas una bolsa de papel con arcos dorados. El asesinato del padre de Julio Pastrana en los muelles veracruzanos. La historia de Sharon Tate, Charles Manson y su relación con la madre de Rebeca, la ex azafata.
A la par de las ejecuciones entre criminales, de asesinatos de inocentes, de desapariciones, violaciones y violencia contra las mujeres, surgen dos vengadores anónimos, uno que castiga y sólo golpea; y otro que condena y mata, dejando a sus víctimas con un agujero en la cabeza.
Pero La balada... no es  sólo una novela negra, también es una de amor, de amores, de seducción. En una ocasión, Luis pregunta a una amiga cuál sería el superpoder que ella elegiría, ella responde que la invisibilidad. Tendrías que andar desnuda; entonces ella comienza a quitarse la ropa y pregunta: tú, qué poderes tienes.


La  balada de los arcos dorados (fragmentos)

I
Luis Kuriaki es periodista. Tiene veinticuatro años y trabaja en El Diario de Juárez. El día de su cumpleaños número dieciocho, su madre le regaló una cámara Nikon de obturador automático. La primera vez que consumió cocaína fue en 2004 a los diecinueve. A los veinte se dio cuenta de que vivía para ella, y después de cada pase se juraba que ese vacío que le provocaba, sería el último. A los veintiuno, en medio de una fiesta y al lado de su mejor amigo, el Topo, sufrió una sobredosis. El Topo lo llevó al hospital. El Topo tenía miedo de que se fuera a morir en el camino hacia el hospital. Pero no fue así. Luis entró en una clínica de rehabilitación, en la cual duró poco más de un mes. La segunda sobredosis se dio al cabo de tres meses, frente al océano Pacífico, en Mazatlán...

II
Julio Pastrana se fue a vivir a Xalapa con una tía a finales de septiembre. Luego, a los 20 años, se graduó de policía. En sueños aparecía aquel enorme tipo que le arrebató a su padre con un cuchillo. Luego una tormenta se llevaba al hombre y, por un momento, Julio Pastrana se sentía aliviado, hasta que el agua era tanta que comenzaba a cubrirle los pies para llegar a las rodillas y cintura,  y cuando el agua subía hasta el cuello, despertaba....
Como policía era un hombre temerario. Los ladronzuelos por un tiempo lo llamaron El Terminator. El mote se le ocurrió a Esteban Azueta, un pobre diablo que vivía en la circunferencia de Xalapa, rumbo a Banderilla, y que cometía pequeños robos en los barrios vecinos...

III
El auto aceleró y, segundos después, las luces de los frenos encendieron y volvieron emparejar. Luis desaceleró y miró por el retrovisor. Una pick-up negra lo alcanzó por detrás. El auto comenzó a cerrarle el paso hasta que Luis frenó. Chingao, dijo. Tomó el celular; sin saber qué más hacer marcó el número de Rebeca. Y mientras ella contestaba, el vidrio del auto de Luis tronó en mil pedazos. Estoy muerto, pensó, y esperó a que la sangre brotará de algún lado, pero no hubo nada. Un par de brazos entraron por la ventana y de un jalón lo sacaron. Lo arrastraron y lo lanzaron a la batea de la pick-up. Es mi momento de correr, dijo pero no se movió, el cuerpo no le respondía, aquel jalón había sido suficiente.
Oyó: Eres un pendejo.
Oyó: La cara al suelo, puto.
Oyo: Te crees muy chingón.
Eran voces distintas, unas más roncas que otras, pero todas de hierro y dolorosas. La camioneta avanzaba y sobre la espalda sentía un gran peso. Alguien iba sentado sobre él...
Eres un pendejo, escuchó. No sabes que tenemos ojos en El Diario...

IV
El 24 de diciembre, por una llamada anónima, la policía localizó lo que al principio parecían diez cuerpos enterrados en una casa abandonada del fraccionamiento Quintas del Valle, al este de la ciudad, muy cerca del Puente Internacional Zaragoza. La primera casa, de la primera cuadra. El trabajo pasó a manos del agente Álvaro Luna Cian. En El Diario, el jefe de información le pidió a Rossana que escribiera la nota. Esa vez no hubo ningún zombi involucrado, ni tigre suelto, ni vampiro.

La balada de los arcos dorados
César Silva Márquez
Almadía México, 2014

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