Festín de muertos. Antología de relatos mexicanos de zombis
A Raquel Castro
y a mí se nos ocurrió pedirle a 18 escritores mexicanos que escribieran
un cuento de zombis. ¿Zombis? Sí, esa curiosa clase de muerto que
camina. El resultado es Festín de muertos. Antología de relatos mexicanos de zombis,
que justo acaba de salir de la imprenta y llegará a las librerías del
país (y, se rumora, de Estados Unidos) en las próximas semanas. El libro
ha sido editado por Océano, en su colección El Lado Oscuro. Por lo pronto, dejo el índice y algunas páginas.
Por cierto, fue a Vanessa García Leyva a quien se le ocurrió en 2010 ponernos a Raquel Castro, Cecilia Eudave y a mí a hablar de zombis en Casa Vallarta, en Guadalajara. AHÍ empezó este libro.
Por cierto, fue a Vanessa García Leyva a quien se le ocurrió en 2010 ponernos a Raquel Castro, Cecilia Eudave y a mí a hablar de zombis en Casa Vallarta, en Guadalajara. AHÍ empezó este libro.
“PRESENTACIÓN: MUCHOS MUERTOS VIVOS DE MÉXICO, Raquel Castro y Rafael Villegas
LA OTRA NOCHE DE TLATELOLCO, Bernardo Esquinca
EL SÓTANO DE UNA CASA EN UNA CALLE APENAS TRANSITADA, Édgar Adrián Mora
EL DEBER DE LOS VIVOS, Jorge Luis Almaral
SHOW BUSINESS, Omar Delgado
DÍA DE MUERTOS, José Luis Zárate
LOS PRIMEROS ATARDECERES DEL INCENDIO, César Silva Márquez
SOBREVIVIR…, Cecilia Eudave
LOS SALVAJES, Alberto Chimal
LOS DÍAS CON MONA, Joserra Ortiz
LOS ZETAS, Bernardo Fernández “Bef”
EL PUENTE, Gabriela Damián Miravete
COMO CADA VEZ, Karen Chacek
SALA DE RECUPERACIÓN, Antonio Ramos Revillas
ANGELITO, Arturo Vallejo
LA PRIMERA EN LA FRENTE, Ricardo Guzmán Wolffer
SEÑOR Z, Carlos Bustos
EL HOMBRE QUE FUE VALDEMAR, Norma Lazo
EL LUGAR DEL HOMBRE, Luis Jorge Boone
La portada es de Richard Zela”
La fotografía fue tomada alrededor de las once horas. En
ella, en primer plano y a la izquierda. Morena tiene los dientes hincados en el
brazo de Saldaña. Su expresión es tibia, es la expresión de alguien que
presencia un accidente automovilístico en la distancia. El brazo de Saldaña se
ha convertido en un retazo de carne. Un pedazo de algo que está perdiendo
calor, algo que antes funcionaba para sujetar, saludar o bañarse. Los ojos de
Morena están vacíos, cierta automaticidad en ellos nos dice que es una máquina
de comer. En la mirada de Saldaña hay sorpresa y su boca abierta lo confirma.
De alguien más es el brazo que están mordiendo, de alguien más la piel que cede
bajo el filo del hambre. En segundo plano se encuentra un aparador del mercado
Juárez, ese mismo mercado que ha sido incendiado trece veces y que no ha
muerto, como si se tratara de un zombi. En ese aparador está mi reflejo, porque
soy yo quien ha tomado la fotografía y estaré ahí sosteniendo la cámara por los
siglos de los siglos.
¡Hola César! Me encantó tu cuento y estoy haciendo mi PhD en literatura de ciencia ficción. ¿Me preguntaba si ya ha sido traducido al inglés?
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