Thursday, October 29, 2009

Lo improbable y otras novelas


Julián Rodríguez, 2007 (2001, 2002, 2006)

(De Lo improbable)

Gorrión

El gorrión cayó de la acacia y se estrelló justo delante de Teresa. A ésta le pareció un mal presagio, aunque el pájaro estaba vivo y pugnaba por volar hacia el cobijo de los árboles. La culpa es del calor, dijo el camarero, que lo cogió con la mano y lo lanzó de nuevo hacia lo alto.
Teresa pidió un helado de limón. Había vuelto a salir del hospital con una excusa. Oyó cómo el gorrión llamaba a su madre con insistencia. Puso los pies sobre la silla de enfrente y se recostó. La sombrilla era de color rojo. Toda su ira y su cancancio concentrados en aquel gorrión.

(De La sombra y la penumbra)

Mientras ella trataba de concentrarse en el sexo de él, él no podía dejar de pensar en sus fichas. Aunque trataba de mostrar interés y realmente estaba excitado, le habría gustado decir: Espera, te hablaré de esto. Pero sabía que ahora, ahora no venía a cuento. Así que puso la mente en blanco, como si se pudiera, y se concentró en la chica y en las sensaciones contradictorias que le producía su presencia cada vez que concertaban una cita. Eligió una de aquellas sensaciones, deseo, y envió hacia ella toda la energía mental que era capaz de provocar, también como si se pudiera. Le costó muy poco excitarse más todavía. La chica lo notó, y dejó que ahora fuera él quien se ocupara de ella.

(De Ninguna necesidad)

Su madre había abierto una botella de Mirinda para él y para el Muerto. Luego había sacado dos vasos del mueble de la cocina: el líquido iluminó la cocina, las cortinas de tela portuguesa (vivían en la frontera) parecieron menos feas. El sol era naranja como la bebida y estaba encerrado fuera y se deshichaba en la tarde de julio.
[...]
De un puntapié tiró por el suelo cientos de fotografías.
No porciones de anatomía, ni paisajes alumbrados: puentes, barcos, un ferry. Bajo el sol del nuevo verano (ventanas del piso del Muerto abiertas de par en par) habían brillado como refreso de naranja. Aunque él sabía que perderían el color y el brillo enseguida.
Bajo el sol del nuevo verano.

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