Tuesday, February 25, 2014

Jesús Vargas habla sobre 3 novelas norteñas

En Facebook existe un espacio llamado La fragua de los tiempos, el autor es el historiador y catedrático Jesús Vargas Valdés.

En esta Fragua habla sobre tres novelas juarenses, entre ellas Juárez Whiskey, va el teso íntegro, si tuvieran acceso a FaceBook encontraría el texto ahí mero.

La Fragua de los Tiempos, domingo 16 de febrero de 2014. N° 1043

February 14, 2014 at 6:31pm
Escritores de ciudad Juárez.
Jesús Vargas Valdés.

Mire: No es que la gente sea mala. Tampoco que el aire sea malo. Es tanta mierda. Yo conocí mucha mierda, créame. Una conoce mucha mierda. Los más mierda no somos usted o yo. Los más mierdas no son los narcos ni los malandros; esos qué: son como usted y como yo, pero más listos. Los mierda, los verdaderos mierda, son los políticos, los policías. Y de esos hay siempre puños y puños. Donde quiera se aparecen. Nomás están para sacarle a uno el jugo. Nomás están para vivir de los otros. A ciudad Juárez lo pudren los políticos porque Juárez, se lo digo de verdad, Juárez es noble, sí, sí, como dice Juan Gabriel: Juárez es noble. Los que no son nobles, son los pinches políticos. Puta bola de vividores, puta bola de corruptos. Si yo fuera Dios, óigame bien, acababa esa ciudad con lumbre, aunque me cargara a los justos. Sólo para cargarme a los políticos. Sólo para terminar con esas lacras. Así lo pienso; por algo no soy Dios.

                                                                                                         De la novela Música para perros (p.90)
                                                                                                                                       De Alejandro Páez.

Con cinco títulos publicados el año pasado, en diferentes editoriales: Alfaguara, Océano, Samsara, Almadía y Solar, la novela de ciudad Juárez se ha colocado a la vanguardia en nuestro estado, aunque no faltará quien se pregunte: ¿y eso qué?... y hasta podrá argumentar que cinco nuevas novelas no significan nada en el contexto nacional, donde cada año se cuentan por centenas. Sin embargo, por la calidad de cada una de estas novelas y porque en todo el estado son muy escasas las que se publican, considero que es un hecho inusitado que merece nuestra atención. Hasta me atrevería a sugerir que se trata de un movimiento literario porque no sólo comprende la novela, sino también el surgimiento de nuevos cuentistas y poetas.
¿Cuáles son las novelas y quiénes los autores?
1. Juárez Whiskey, de César Silva. 2. Música para perros, de Alejandro Páez. 3. La muerte de la tatuadora, de  Willivaldo Delgadillo. 4. Policía de ciudad Juárez, de Miguel Ángel Chávez Díaz de León. 5. Nuestra Señora de la Sangre, de Ricardo Vigueras.
Debo advertir que no tengo referencia de alguna otra novela publicada en este año, pero me gustaría mucho saber que hay otros títulos y otros autores, para leerlos y mencionarlos en esta página. Por lo pronto voy a publicar algunos comentarios de las primeras tres novelas, en el orden que las fui leyendo, anticipando que los que se hacen a la novela de Alejandro Páez, Música para perros, los escribió Flor García Rufino.

Uno. Juárez Whiskey, Editorial Almadía.
Autor: César Silva Márquez. Nació en 1974, en ciudad Juárez. Además de cinco poemarios, es autor de las novelas: Los cuervos (2006) y Una isla sin mar (2009). Actualmente vive en la ciudad de Xalapa.
El nombre de la novela: Juárez Whiskey, corresponde a uno de los referentes culturales de esta ciudad: la  bebida que se empezó a elaborar aquí en gran volumen a finales de la década de los años veintes y que se pasaba de contrabando hacia los Estados Unidos, donde encontraba un inagotable mercado debido a la Ley Seca. De diferentes maneras, el título nos remite a la relación de ciudad Juárez con El Paso y el resto de los Estados Unidos; a la intensa actividad nocturna que se desarrolló en esta ciudad en esos años; al origen y crecimiento de las mafias de contrabandistas que proliferaron en esta ciudad y al otro lado de la frontera.
El protagonista central de la novela es el ingeniero Carlos (a secas), de treinta años, empleado de una maquiladora donde se producen arneses para la industria automotriz de los Estados Unidos.
La novela se ubica en el año 2008, lo que irremediablemente lo lleva a tratar,  de manera intermitente, el ambiente de violencia que se vive en la ciudad. El estilo que César escoge para construir la novela es la narración en primera persona, casi todo el tiempo, como si Carlos estuviera ante un interlocutor atento y de toda su confianza, a quien le va contando algunos rasgos de su vida y su relación con las mujeres, remitiéndose, cada vez que lo considera oportuno, al paisaje, al ambiente de la ciudad. 
Carlos se mueve como pez en el agua en su medio laboral, pero ese es un tema al que no le atribuye importancia y casi lo deja fuera, solamente lo aborda cuando la crisis inmobiliaria de los Estados Unidos provocó de rebote el cierre de varias maquiladoras y él se vio en riesgo de quedar sin empleo.
A diferencia del común de los ingenieros de la maquiladora, Carlos es un lector asiduo y eso le ayuda a desenvolverse bien al momento de intentar una relación  amorosa. Es afecto al whisky Etiqueta Negra y a escuchar música, pero en esto también es atípico, pues así como escucha y se emociona con el jazz o con Pink Floyd, también le gustan las canciones de Javier Solís.
El hilo conductor son las mujeres, que es igual a decir los fracasos o abandonos que marcan la constante de la novela y de la vida de Carlos durante los cuatro años anteriores al 2008. El recorrido se inicia con  Rocío, quien lo abandona para irse a vivir a los Estados Unidos. De ahí en adelante lo acompañaremos, a través de “sus mujeres”, hasta el último intento, donde el autor deja que el lector construya un final que tal vez nos parezca previsible.
Juárez Whiskey es una  novela urbana que nos jala desde el principio por la credibilidad de los personajes, la naturalidad de las situaciones y el ambiente en que se van construyendo las relaciones amorosas y sus frustraciones. En las últimas líneas queda  la sensación de que la historia no ha terminado, que tal vez Carlos llegará al mismo punto de partida y nos quedamos pensando en los cuestionamientos y las reflexiones que él no se hizo y que no quiso compartir con nosotros... sus leales interlocutores.

Dos. Música para perros, Editorial Alfaguara.
Autor: Alejandro Páez, nació en ciudad Juárez el año 1968. Pertenece a una familia de periodistas y él mismo se ha destacado, desde muy joven, en el oficio. Fue subdirector editorial de El Universal, y subdirector fundador de la revista Día Siete, que tuvo continuidad durante once años. Editor en Reforma, El Economista y otros medios. Actualmente es director del contenido del portal www.sinembargo.mx.
Música para perros es una historia situada en el norte mexicano, en la frontera de ciudad Juárez y en la sierra de Chihuahua, con personajes simples y familiares para los que somos de estas tierras, en los cuales podemos apreciar a  la vez la más brutal animalidad y la más conmovedora humanidad.
Un niño perdido en la sierra, convertido en un animal silvestre intentando sobrevivir, llega a un rancho y se integra a la jauría de perros que resguardan la finca, alimentándose con ellos del mismo plato, hasta que la vieja y solitaria cocinera lo recoge y le ofrece su ternura, criándolo con su sabiduría de mujer serrana.
En su ignorancia y comportamiento animal, el niño se maravilla y conmueve con el sonido de una flauta, convirtiéndose ésta en el lazo que le permite recuperar el lenguaje.
Flor, una joven pueblerina a la que como a muchas, la necesidad la ha llevado a vivir como una mujer pública, desea extender su horizonte y emigrar a Juárez, “la gran ciudad con oportunidades para todos”, que  se transforma después en un lastre que no le permite disfrutar del amor.
Ambos personajes, el niño y la flor, se encuentran fugazmente sin saber cuán ligados están sus destinos.
El libro contiene un sinfín de elementos que resultan entrañables y característicos de las tierras norteñas: olores y sabores; el cortante frío y el sofocante calor; el acento y la forma de hablar de la gente de distintos pueblos; la maravillosa sabiduría popular y los remedios naturales; la perversidad y la inocencia.
Dejándonos al final una sobrecogedora sensación y cuando aún estamos saboreando los rasgos y actitudes de sus personajes y adentrándonos en la reflexión de las situaciones y del comportamiento humano, el autor nos detalla que esta novela forma parte de una trilogía que empieza con Corazón de Kaláshnikov, sigue con El reino de las moscas y culmina con Música para perros, despertándonos la inquietud por conseguir las otras dos obras y seguir disfrutando del estilo y las historias creadas por la imaginación, la percepción y las vivencias de Alejandro Páez Varela.

Era mediodía cuando escucharon un sonido extraño.  Se agazaparon para no ser vistos (los perros le seguían cada paso) y desde la maleza amarilla vieron a cuatro niños caminar por el costado del asfalto. Uno de ellos llevaba una flauta dulce barroca de plástico, de las que se usan para la instrucción de música en las escuelas primarias. Su sonido, que nunca antes habían escuchado, los despertó.
El niño tocaba notas al azar y sin metro, sin melodía.  Pero al muchacho le pareció tan hermoso que se puso a llorar, y los perros comenzaron a aullar sentados sobre sus patas traseras.
Regresó corriendo a la cocina de la casa principal y se abrazó a las enaguas de la vieja.  Ella dijo:
—¿Qué tienes?
Él, que para entonces no hablaba una palabra, la miraba con los ojos llenos de lágrimas.
—¿Qué tienes? –le insistió–. No puedo saber qué tienes si no me lo dices.
La vieja estaba decidida a presionarle para que hablara.  Ese niño, lleno de cicatrices viejas y callos hasta en las nalgas, no lloraba nunca aunque se cayera del techo de un árbol. El “qué tienes” era, en realidad, una incitación, un “habla ya, de una vez por todas”.

Tres. La muerte de la tatuadora.
Autor: Willivaldo Delgadillo, originario de ciudad Juárez, donde ha participado en diversos movimientos culturales autogestivos. Autor de la novela La virgen del Barrio Árabe (Plaza & Janes 1997) y La mirada desenterrada (2000).
Responsable en 1993-1995, del área de literatura en el Comité Técnico del Instituto Chihuahuense de la Cultura.
De 2004 a 2012, participó en los movimientos ciudadanos que reclamaron justicia para ciudad Juárez.   
La muerte de la tatuadora, es una novela que tiene como escenario el Barrio Árabe, equivalente a ciudad Juárez en los tiempos de Felipe Calderón. Se trata de una ficción de principio a fin, donde personajes y acontecimientos nos van remitiendo a los momentos más dramáticos de aquella guerra que todavía no se acaba de comprender y mucho menos asimilar. La representación de la violencia y sus efectos de terror aparecen esporádicamente en la novela, pero en clave, como una serie de acertijos que el lector tiene que ir descubriendo. 
En el centro de la historia intervienen tres personajes: La tatuadora, Ruanna Gaela, el capellán tatuado, especie de chamán que posee poderes de sanación, y Misraelí, aprendiz de la tatuadora, amante, a la vez del capellán. Alrededor de estos tres personajes van apareciendo los demás protagonistas, todos representan de diferentes maneras a personajes reales de una sociedad subterránea que se rige por código de valores en el que se mezclan la superchería, la magia, la lealtad y el desprecio a la muerte.
La novela empieza con un sueño premonitorio del capellán que, después comprendió, era el anuncio de la muerte de Ruanna, la tatuadora. Floriana, la mesera del café, le dio la noticia, y él emprendió un largo recorrido hacia la casa de Ruanna, pero no sólo para llegar ahí, sino para buscar los pasos que ella había dejado por las calles del Barrio Árabe.  
Anticipándose a la muerte, la mujer tatuada había decidido escribir un libro con sus memorias y las experiencias con el cuerpo y sus símbolos. Advierte el autor que estas memorias no tenían una motivación social, sino más bien el placer que se había apoderado de su oficio, la necesidad de experimentar sobre otras superficies lo que ya había ejercido sobre la piel.

Por el refinamiento de la prosa y, la hermosa caligrafía de sus escritos, empezaron a conformar un volumen de lirismo autobiográfico que nunca tuvo nombre, pero que más tarde fue conocido como Ars Tatu. Los aprendices de tatuadores lo leyeron como manual iniciático, y sus adeptos como libro sagrado (...) fue de mano en mano en los círculos de la subterránea vida artística del Barrio Árabe. Sus escritos fueron decisivos para conferir al tatuaje en estatus de arte. Mientras tanto, su práctica cundió como una forma de identificación comunitaria, como la enigmática voz que otorgaba discretos pero eficaces poderes.

El capellán es el que conduce la trama, el que se mueve a lo largo de la novela. Un  hombre de gran poder y respeto que interviene en todos los medios sin entrar en conflicto y sin sentirse amenazado por la violencia que se ha apoderado del barrio.
Gracias a su poder y sus nexos con los hombres de la guerra, le toca estar en el lecho de muerte, confiesa y ayuda a bien morir a uno de los hombres de más poder: Farragán: “el jefe paramilitar más sanguinario, el mismo que había encabezado la quema de pueblos y vecindarios enteros”, cuya muerte provoca el incendio en la zona de los Bazares y la destrucción de las figuras de mármol levantadas en una de las plazas.
Pero, a final de cuentas, el capellán, con todo y su poder de ubicuidad, sólo es una pieza más que gira en torno a Ruanna Gaela, que igual podría ser llamada la escribidora que reúne en su obra Ars tatu, la memoria colectiva, las marcas que ha dejado una guerra infame que se ensañó con la gente más desprotegida del Barrio Árabe.
Esfuerzo inmenso el de Willivaldo, emprender la reconstrucción de la historia reciente de ciudad Juárez, usando los recursos que ofrece la ficción y el simbolismo, acercando al lector al uso de un lenguaje codificado que tenemos que ir  descifrando paso a paso, porque en esta novela se juega mucho y muy creativamente con los símbolos.

La Fragua de los Tiempos, domingo 23 de febrero de 2014. N° 1044

February 21, 2014 at 7:15pm
Escritores de ciudad Juárez.
Jesús Vargas Valdés.

Con esta “Fragua” se cumple mi compromiso de presentar los datos generales de las cinco novelas que se publicaron el año pasado en ciudad Juárez; pero antes de presentar los libros de Chávez y Vigueras, considero pertinente hacer algunos comentarios, empezando con dos preguntas que me han estado rondando:
¿Cuántos chihuahuenses se han enterado de la existencia de estos escritores?
¿Cuántos chihuahuenses han leído alguna de las novelas?
Puedo aventurarme a señalar que en la ciudad de Chihuahua no llegan a diez personas que hayan leído las cinco novelas, y lo digo porque, al azar y de manera espontánea, he preguntado a varias personas, amigos o conocidos que son asiduos lectores o que están estrechamente vinculados a la literatura, y casi todos me han respondido negativamente. Algunos me han asegurado que conocen a los autores por trabajos anteriores, pero de estas novelas casi no se sabe nada.
Me imagino que en ciudad Juárez es diferente, pues allá los autores son reconocidos, tienen muchos amigos, algunos son maestros o lo han sido; pero además tengo la información de que las cinco novelas se han presentado y comentado formalmente. Entonces debo partir del supuesto de que allá sí se han difundido estos libros.
¿Por qué en Chihuahua no son reconocidos?
Lamentablemente en la capital del estado se desconoce a casi todos los escritores locales, no solamente a los que he mencionado. Voy a intentar una explicación: para empezar, ninguno de los medios de difusión: ni los diarios, ni las estaciones de radio, mucho menos la televisión, se ocupa de las actividades culturales. Ya lo he señalado en ocasiones anteriores, para estos comerciantes de la “información” la actividad cultural no deja dinero, solo representa pérdidas en todos sentidos.
Pero no es todo, tal pareciera que los profesores de literatura en los bachilleratos no están enterados de que hay escritores y novelas chihuahuenses. Nadie se ha preocupado por  recomendarles a ellos que  busquen y lean lo más cercano. Me consta que a los jóvenes se les encarga como tarea la lectura de  autores extranjeros como Herman Hesse, Aldous Huxley, y autores nacionales como Carlos Fuentes o Elena Poniatowska. Ahora que murió José Emilio Pacheco se pusieron de moda sus libros emblemáticos: El principio del placer y Las batallas en el desierto.
En la Facultad de Filosofía de la uach, los profesores tampoco se interesan por los autores locales, y es que si ellos no empiezan por conocerlos será imposible que se los comenten y encarguen a sus alumnos.
¿Qué decir del ichicult y de su Feria del Libro anual?
El panorama es muy adverso en la literatura regional, desgraciadamente todo está en contra y tenemos que lamentarlo, porque libros se producen muchos cada año pero no hay manera de cosechar y aprovechar el esfuerzo de los autores.
Ahora sí.

Policía de ciudad Juárez.
Reseña de Mario Lugo.
Policía de ciudad Juárez. Rescata lo imposible de reivindicar. Su método es crear un personaje inofensivo dentro del mundo siniestro de un gremio siempre cuestionado, temido y tantas veces odiado, el gremio policíaco. También rescata una suerte de belleza y sentimientos de ternura por una ciudad que aparentemente se recorre de manera sencilla y en unas cuantas páginas. Así nace un nuevo personaje que puede ser legendario en un género narrativo exclusivo para estrategas literarios: el policíaco. No tenemos muchos en México, pero los que tenemos son de lo mejor y todo parece indicar que Miguel Ángel Chávez se suma con esta novela a ese grupo selecto.
El personaje principal, el agente Pablo Faraón González, por apodo y ocupación, el Amarillo, está concebido con claridad y contundencia. Entra a la imaginación del lector, en este caso, como Pablo por su casa. Es astuto, cauteloso, caballeroso, si no, que lo diga su compañera y pareja de trabajo y sobre todo, cachondo amor, Ruth Romo. También es considerado por el Atoto, cabecilla de una banda de narcotraficantes, ni de arriba ni de abajo, como “(…) un chota, un policía derecho, de los pocos que hay y en ti se puede confiar”. La ocupación de la Brigada Listón, es la tan vituperada tarea por los pobladores citadinos, de poner el listón amarillo en las escenas del crimen que tan solicitada estuvo en los años del terror en ciudad Juárez. Actividad que en el mejor de los casos, causaba sonrisas de ironía por inútil a los ojos de los espectadores. “Nada más para eso sirven”, se comentaba con frecuencia. “En lugar de perseguir, nomás llegan a hacerse bola y a poner sus mugreros de cinta, como si con eso resolvieran algo.” En su novela, como dije arriba, el autor rescata esa ocupación como determinante para dar seguimiento a una trama muy bien urdida. Plena de acción y folklore citadino. Verdadero tour forzado por las calles de la ciudad y sus lugares más memorables. Como era de esperarse, el texto tiene la dosis necesaria de ejecutados, descabezados y de algún comandante colgado “como Yoyo” (P. 58), nos hace ver el personaje. El Amarillo es un tipo rico en características presentadas con insistencia. Es un goloso y fanático del huitlacoche, entre otras cosas. El huitlacoche es un pivote y funciona como remate, celebración o refugio para los avatares del agente Pablo Faraón y su acompañante. Yo reprocharía sólo la sustitución de La Línea por La Regla; y el Chapo por el Chavo Gaitán. Aunque quizá deba entenderse como una constatación del carácter fantasioso del relato. Quién sabe. A mí me parece que perturba e impone una barrera que le daría más relieve a la historia si no estuviera ahí.
Aunque la novela se mueve en torno a pocos personajes, la referencia a muchos otros enriquece y le da movilidad, en muchos casos trepidante. Es una novela excelente. El autor se esfuerza por imponer algunos chispazos líricos: “Ahí me paré y vi los reflejos de la luna que caían sobre el vitral; Ruth tenía razón, no me había fijado, la luna llena se quería meter a la casa.” (P. 89.)
Como las buenas novelas policíacas, deja al lector con el deseo de saber qué sigue y lo deja expectante por nuevas aventuras, no sólo de su personaje principal, sino de otros personajes que muestran estupenda madera para trabajarse.
El retrato de su ciudad y su tragedia, sin melodramas y con un realismo puntual, es memorable. Digno de alabanza es el sentido del humor, tan escaso en nuestras letras. La sensualidad de Ruth y el tiempo de espera a que somete Miguel Ángel al lector, hasta que se realiza el sueño del personaje principal, es una delicia. Ante la desgracia y la tragedia, un paréntesis para tener una visión rápida y llena de afecto a ciudad Juárez y su gente. Hay que leerla. Es divertida y escrita con una sencillez sorprendente. Esperamos más historias del oficial de policía Pablo Faraón González, el Amarillo.

Nuestra Señora de la Sangre.
Por Jesús Vargas Valdés.
Tres mujeres persiguiendo su destino: las dos primeras buscando la manera  de  cerrar heridas, recorriendo el tiempo y la vida al revés en busca de uno de los eslabones perdidos de su vida. La tercera, evadiéndose de la realidad en el momento de hacerse mujer, porque no le había sabido cumplir a su padre, un magnate poderoso y respetado por la autoridad.
Uno.- La cierva altiva, hermosa cuarentona de nombre Enriqueta Saldívar, que hace un gran salto por encima del mar, desde Calombra, ciudad fronteriza del norte de México,  hasta una isla del Caribe, donde le han dicho que vive su padre, al que no ha visto nunca, joven guerrillero de nombre Abdul, quien había huido de Calombra nueve meses antes de que ella naciera.
Dos.- Sonia Valero, bella morena amulatada, originaria de un rancho cercano a la gran ciudad de su destino.
Obsesionada por la mala suerte que le había dado el “tres” en la vida, llega desde las alturas al final del último viaje que termina en un edificio azul donde hay tres salas, con tres sillones cada una, y en la sala número tres se mira ella misma, envuelta en un precioso vestido de novia que no recordaba haberse puesto. Sobre el ataúd, una solitaria corona donde se había escrito: “Por la paz eterna de Sonia Valera”; estaba muerta.
El verdadero viaje de Sonia había empezado muchos años atrás, cuando sólo tenía unos meses de casada y su joven marido la había golpeado, vilipendiado y proscrito del rancho, quedándose él con la niña y advirtiéndole que solo podría recuperarla si regresaba con mucho dinero.
Sonia tenía entonces menos de veinte años, y el único rumbo que se le puso enfrente después de los golpes fue el de Puntaloba, a donde llegó en condiciones lamentables, empezando a trabajar por la comida, hasta que una mujer “piadosa” le abrió las puertas de un prostíbulo disfrazado, cumpliéndose así la premonición que desde tiempos lejanos la abuela le había repetido cada vez que le preguntaba por la ciudad: “niña, las que se marchan a la ciudad son todas putas.”
Tres.- Nictímene se pierde el mismo día en que había iniciado su reinado de mujer burguesa. Desde los brazos complacientes y amorosos de su padre, uno de los hombres más ricos, se había despedido de la niñez en la fiesta de sus quince años. Esa noche se había mostrado esplendorosamente bella ante la sociedad más burguesa de Nuestra Señora de la Sangre, y a nadie le hubiera pasado por la mente que horas después desaparecería sin dejar huella.
El capitán Adán Nebreida, Caballo Ciego, responsable de la policía y amigo personal del padre de la muchacha, ordena a todos sus hombres que salgan a buscar cualquier pista, advirtiéndoles que no quiere respuestas sino resultados.
Al frente de la investigación queda el agente Lucas Bauer, el Ratón, quien busca y logra llegar al mero jefe de jefes, el conciliador de todas las mafias; y éste, a regañadientes, lo atiende asegurándole que no hay secuestro ni acción de parte de la gente organizada.
Antes de llegar al encuentro de Nictímane, el autor tiene la oportunidad de desplegar su imaginación para mostrar ante el lector la forma de actuar de la policía cuando se trata de sacar información a base de la tortura y, por otra parte, la forma en que las mafias controlan las actividades prohibidas desde el lado oscuro de Nuestra Señora de la Sangre.
Cuando pareciera que ya todo ha terminado, después de quedar resuelto el acertijo de la desaparición de Nictímene, el autor se extiende en casi veinte páginas más,  hace un sesgo y nos conduce al otro final de la historia: al infierno interior de un policía degradado en su humanidad: Lucas Bauer, el Ratón, que había seguido el rumbo de cada una de las tres historias y solo al final vamos a enterarnos por qué se le había asignado una presencia tan importante, convirtiéndose por obra del autor, en el personaje central de su novela.

Colofón.
A las dos de la tarde del jueves 20 de febrero, pasé la última página de Nuestra Señora de la Sangre cerrando en ese momento el ciclo de lectura que había iniciado cuatro semanas antes y que me había llevado por los diversos derroteros literarios que habían marcado estos cinco escritores de ciudad Juárez.
La experiencia de la lectura fue placentera, pero también provocadora. Al final ha quedado muy en alto el nombre y la calidad de estos autores. Puedo asegurar que el tramo que le espera a cada uno es largo, obviamente no termina aquí, cada uno de ellos tiene mucho camino por andar y mucho que dar a las letras regionales y nacionales.
Tengo que reconocer que esta experiencia de lectura llegó inesperadamente, sin buscarla. Primero fue el encuentro con Alejandro Páez en la Feria del Zócalo, el mismo día y la misma hora en que él presentaba su libro: Música para perros y nosotros, la biografía de Nellie Campobello. Después, por medio de Gerardo, mi hijo, recibí el libro de César casi al mismo tiempo que Willivaldo me hacía llegar el suyo. Durante varias semanas estos tres libros se quedaron encima de mi mesa de trabajo, hasta que un día empecé a leer Juárez whiskey, para no parar hasta terminar los tres y conseguir los otros dos.
Una vez más, los escritores se han adelantado a la historia, rebasando al mismo tiempo las ambigüedades del discurso oficial. Como ya lo había mencionado antes, en la obra de César Silva y de Alejandro Páez no está muy presente la tragedia de la guerra, sin embargo en ambas se respira ese ambiente de desesperanza y pesimismo que dejaron esos años de abusos e infamias.
En las otras tres es más explicita esta presencia y sus efectos sociales. Al  final queda la sensación de que algo se está desgranando, de que no todo es impunidad y oscuridad; queda la certeza de que es posible, a través de la literatura, desentrañar los misterios, de curar las heridas sociales y poner a cada quien en su lugar.
La secuela del policía Lucas Bauer, nos enseña el interior de estos personajes turbios que hacen del horror y el terror su oficio. No está descubriéndonos el Ratón nada de lo que no se haya hablado o escrito, pero la forma en que se presenta conduce a pensar que es verdad. Una vez más se comprueba que donde termina la realidad empieza la fantasía, y en este caso también es una forma de saber.
Moncada es el más alto en el concilio, el jefe de jefes, el conciliador. Su pasado es terrible: el más despiadado entre los asesinos, pero cuando acude a la cita con el Ratón,  en uno de los Mc Donald´s de El Paso, lo hace con su pequeña nietecita de la mano. Allí le explica al policía que la muchacha no ha sido secuestrada por ninguna de las bandas que participan en el concilio, y ahí están todos:

Cuando algún pendejo quiere subirse al carro sin pasar por el concilio, lo empapelamos. Los espontáneos dan mala fama, causan inquietud entre la población. A veces surge alguna banda. Nosotros la detectamos, averiguamos quiénes son los hijos de puta; cuando ya lo sabemos, soltamos toda la sopa al comisionado, y el comisionado al procurador. ¿Lo capta? (...) El concilio es un pacto social de cuya existencia sospechan muchos, pero conocen pocos (...). La Brigada de Secuestros depende solo de la Procuraduría, y la Procuraduría es la madre del concilio. 

2 comments:

  1. Gracias por compartir esa información interesante. Soy gringo y me fascina mucho México, especialmente el norte. También soy maestro de inglés, aunque tengo mi licenciatura en letras latinoamericanas. La mayoría de mis estudiantes es del estado de Chihuahua, y muchos son de Ciudad Juárez. Me gustaría comprar las cinco novelas siguientes:
    1. Juárez Whiskey, de César Silva. 2. Música para perros, de Alejandro Páez. 3. La muerte de la tatuadora, de Willivaldo Delgadillo. 4. Policía de ciudad Juárez, de Miguel Ángel Chávez Díaz de León. 5. Nuestra Señora de la Sangre, de Ricardo Vigueras.

    ¿En cuáles librerías de Ciudad Juárez se puede encontrar esas novelas?

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  2. Gracias por compartir información interesante sobre las novelas juarenses.

    ¿En cuáles librerías se puede econtrar las cinco novelas mencionadas?

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