La soledad de la frontera
Por Iván Farías.
A veces leer a un autor al que todos
elogian suele ser decepcionante. Las grandes expectativas que se van creando
alrededor suyo pueden no ser superadas por la prosa más prístina. Daniel
Espartaco, Valeria Luiselli, Yuri Herrera y César Silva Márquez son los nombres
que más sobresalen entre la hornada de nuevos escritores que la prensa
menciona.
César Silva, narrador nacido en Ciudad
Juárez pero avecindado en Xalapa, Veracruz, vio primero el reconocimiento en
España, lugar donde publicó su primer libro de narrativa. Luego de algunos
coqueteos con la poesía y de ganar el premio Binacional Frontera de palabras
con Cuervos, regresa con Juárez Whiskey editado por Almadía.
Ahí, en el escenario de una de las ciudades
más violentas del planeta, Silva Márquez nos cuenta el relato cotidiano de un
hombre que tiene problemas con distintas mujeres. El autor no se solaza en
denunciar nada, no aparecen soldados ni narcos botudos y mal hablados, al
contrario, su prosa se centra en las desventuras de un ingeniero que vive su
vida en el internet y en pensar que algún día se podrá acostar con su vecina.
Lo interesante de la novela es como lo
menciona Eduardo Antonio Parra: “la elaboración de un personaje con un mundo
interior tan rico que al final los lectores terminan conociéndolo como a un
amigo de toda la vida.” Márquez comienza con una historia que podría ser anodina
y poco a poco nos va adentrando hasta que los mínimos problemas del ingeniero
nos preocupan.
Tal vez se deba a que el novelista sabe
entremezclar con bisturí historias que rayan en la locura y que se esconden
tras las cortinas polvorientas de los vecinos o en las visitas a los hospitales
de los familiares. El sadomasoquismo de una vecina que desea sexualmente, la
obsesión criminal de una amante ocasional, el dolor de muelas que lleva al
encierro en un psiquiátrico de un familiar cercano. En la narración siempre hay
espacio para la voz, para lo escuchado, para el rumor. El protagonista es como
una especie de confesor al que el resto de los personajes le cuentan sus
desventuras. César Silva nos cuenta, con apenas unos pincelazos, todo un mundo
listo para devorarlo. Y no, no decepciona.
Como siempre gracias por el tiempo y el
espacio, i ñor.
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