Friday, September 11, 2009
Un vestido de domingo
David Sedaris, 2004
A uno de nosotros debería atropellarlo un coche –dije–. Eso les serviría de lección. –Imaginé a Gretchen, con la vida pendiendo de un hilo, mientras mis padres recorrían los pasillos del hospital Rex deseando haber sido más conscientes. Era la solución perfecta. Con ella fuera del paso, el resto tendríamos más valor y un poco más de espacio para desplegarnos–. Gretchen, ve a tumbarte en la calle.
–Que lo haga Amy –dijo esta.
A su vez, Amy pasó el turno a Tiffany, que era la más joven y no albergaba ningún concepto de la muerte.
–Es como si durmieras –le dijimos–. Y encima te dan una camilla.
Pobre Tiffany. Era capaz de hacer cualquier cosa a cambio de un poco de afecto. Solo tenían que llamarla Tiff y te lo daba todo: la paga semanal, la cena, los contenidos de su cesta de Pascua. Sus ansias de complacer eran totales y puras […]
–¿Dónde?
Escogimos una llanura entre dos colinas, un lugar donde los conductores casi tenían que patinar fuera de control […]. El primer coche que pasó pertenecía a un vecino, un paisano yanqui que había colocado cadenas a las ruedas y que se detuvo a unos metros del cuerpo de mi hermana.
–¿Es una persona? –preguntó.
–Bueno, algo así –dijo Lisa. Le explicó que nos habían echado de casa y, aunque el hombre fingió aceptarlo como un argumento razonable, estoy seguro de que fue él quien nos delató. Pasó otro coche y fue entonces cuando vimos a nuestra madre avanzando con torpeza hacia la cima de la colina.
Nota: Este es un libro donde el autor narra fragmentos de su vida que van desde la infancia hasta la adultez, cuando su padre descubre que es gay, cuando una de sus hermanas se va a casar, cuando nace uno de sus sobrinos. Las situaciones tienen un poco de todo, humor, sarcasmo y… bueno, es un buen libro.
Etiquetas:
David Sedaris,
Mondadori
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Estoy terminando ese libro y pronto publicaré algo en Solzimerland, va por el estilo de: que hubiera sido si Kevin (de los años maravillosos) en vez de perseguir a Winnie, persiguiera a Paul y aparte sus padres fueran unos ojetes: Los cuentos de David Sedaris.
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