ARMARIO
Juárez Whiskey de César Silva Márquez
Juárez Whiskey de César Silva Márquez
En esta novela César Silva Márquez narra de manera nítida y
desapasionada la vida de Carlos, un ingeniero de maquila, transcurre
casi de manera anodina en Juárez. Sus amores, como su participación en
la rutina de trabajo parecen ser irrelevantes. Sus amores, sus
desprendimientos y adioses ocurren sin pena ni gloria. La presencia de
la ciudad, por otra parte, mantiene una
relevancia constante, aunque sin estrépito o melodrama, a pesar de lo
que ocurre en ella. La geografía fronteriza, sus calles, y lugares son
atendidos con serenidad y cierta maestría; pero sin emoción en la
mayoría de los casos. O quizá para dejarlo con claridad, se nos hace ver
la vida en ella de manera nostálgica. Sabemos de la tragedia que se
vive en ella sin el carácter trágico que realmente tiene.
El hecho
de ver con cierta distancia el día a día a pesar de tratar en detalle lo
ocurrido y describir con detenimiento el paisaje tiene sus ventajas.
La lectura es un ejercicio apacible. No hay lamentación por la miseria
diaria en el área de trabajo. Tampoco hay drama o dolor por la pérdida
sistemática en los intentos amatorios o la fragilidad de las relaciones.
No es que se ignore lo que se expresa en momentos de una manera bella:
“(…) pensé en la arena acumulada de la calle, en esta ciudad sitiada que
tal vez nunca debió serlo, en su arena de espadas molidas recorriendo
las avenidas.” (pp. 24 y 25). La nostalgia se enfrenta un tanto como
ejercicio antropológico: “(…) la zapatería Canadá, con su peculiar
letrero en azul y blanco en vertical. Antes era la gran zapatería
nacional y ahora ya ni existe. Al menos no tan magistral (sic) como yo
la recuerdo” (p. 32). Se pueden encontrar capítulos magistrales (pp. 41 a
la 46). O la rápida reflexión sobre los personajes en los libros y la
vida que cierra con: ‘Sólo existen las cosas que se despiertan tocadas
por la mano del tiempo, como si fuera el respiro de un personaje en una
novela. Un personaje que respira, come y bebe. ‘ (p. 62).
Es decir,
no hay sacudimientos o solidaridades en lo que se narra. Queda todo en
la elementalidad de un perro que se asolea por las mañanas y deja que el
día, los días, avancen como deben avanzar, con la excepción de la
presencia constante de la nostalgia y la narración de lo que está ahí.
Sin oportunidad de solución. Es la presencia fría de la fatalidad de la
vida. Como un gato domestico que observa el transcurrir de la violencia,
con azoro pero sin plantear soluciones o actuar.
Es mi rutina y yo
como espectador que sabe que cualquier acción sería inútil, me duelo
pero sin desbordamiento: “Yo y mi ciudad y mis edificios derrumbados en
forma de muela dolida. Mi propia zona cero. Mi vida ante la computadora
en un constante ir y venir” Para luego establecer un enlace entre uno
de los temas más poderosos de la novela, los dolores de muelas y
dientes: Yo y mi ciudad nos dolemos de nuestras bocas. Nos han sitiado.
Mis dientes dolidos significan humo, balazos y derrumbes; cuadros
surrealistas, leones rugiendo, langostas enormes comiéndose el horizonte
y mujeres transformándose en piedra; todas mis rocas en medio del
desierto como un juego de canicas inalcanzable, pintado por Salvador
Dalí” Para arrancar otro párrafo más abajo bon una frase demoledora:
“Alguien debería escribir una novela con todo esto” (p. 69).
Aunque en mucho Juárez Wiskey es una historia de amor, de muchos amores, no se logra el apasionamiento en el lector. Es decir, no se logra la fascinación típica en este género. Así, aunque las heroínas o protagonistas de la novela parecen ser encantadoras no logran calar hondo en el lector. Quizá es lo que se esperaba. E ese sentido perdimos mucho ante la impasibilidad de Carlos, el protagonista principal.
Aunque en mucho Juárez Wiskey es una historia de amor, de muchos amores, no se logra el apasionamiento en el lector. Es decir, no se logra la fascinación típica en este género. Así, aunque las heroínas o protagonistas de la novela parecen ser encantadoras no logran calar hondo en el lector. Quizá es lo que se esperaba. E ese sentido perdimos mucho ante la impasibilidad de Carlos, el protagonista principal.
Los pocos párrafos dedicados por necesidad de la narración a la rutina
maquilera de los empleados administrativos y al momento culminante de un
despido son formidables. (En la página 130 puede encontrarse uno de
esos momentos.) Muchos juarenses se podrán ver en ese espejo. La
atención al tema es breve porque la estructura de la novela, creo yo,
así lo requería: pero es muy bueno.
Concluyo: La novela es excelente en tanto el personaje principal somos o podemos ser todos y su manera de aproximarse a la realidad es en mucho la que asumimos la mayoría: Testigos únicamente y protagonistas pasivos. Victimas en muchísimos casos. Insensibles también. Expresión intimista narrada con un estilo lucido y limpio. Es un documento que se instala en la memoria literaria de nuestro tiempo.
Juárez Whiskey. César Silva Márquez. Editorial Almadía. México. 2013. 156 pp.
Concluyo: La novela es excelente en tanto el personaje principal somos o podemos ser todos y su manera de aproximarse a la realidad es en mucho la que asumimos la mayoría: Testigos únicamente y protagonistas pasivos. Victimas en muchísimos casos. Insensibles también. Expresión intimista narrada con un estilo lucido y limpio. Es un documento que se instala en la memoria literaria de nuestro tiempo.
Juárez Whiskey. César Silva Márquez. Editorial Almadía. México. 2013. 156 pp.
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