En El FanzineTV mi estimado Adán Ramírez Serret da su opinión sobre la novelita Juárez Whiskey, AQUÍ pueden leer desde el origen (que trae hasta fotos, jeje) o aquí mero, abajo. como siempre, gracias por el espacio y el tiempo.
Así el futbol.El color del crepúsculo en el cénit es rojo. Pero cuando apenas comienza o cuando está a punto de acabar, es amarillo. No amarillo, ocre. Un color melancólico y nostálgico. Un tono que nos sugiere un whiskey, una sensación rasposa en la garganta. Con este color y este sabor podemos pensar que hay ciudades que viven en el crepúsculo, algunas apenas en su fundación, otras ya en su caída. Juárez, por ejemplo. Que, aunque no sabemos cuál sea su condición, si la vida o la muerte, o más aún: la vida después de la muerte, sí sabemos que es una ciudad iluminada por dos culturas, por dos países.César Silva Márquez ubica aquí su obra, en el tono ocre, en Juárez, una ciudad rasposa, pero con gente que le entra. Ya sea como inmigrantes o porque simplemente se nació ahí. Juárez Whiskey, además de ser una novela original, es sumamente inteligente. Nos demuestra algo difícil de distinguir y difícil de asimilar: que para la gente que vive en Juárez, en medio de la guerra, mientras los cárteles se disputan la ciudad, la vida continúa. Carlos es un joven ingeniero, habitante de Juárez, para quien lo más importante es el amor, el sexo y el whiskey. Como para cualquier otra persona.Juárez Whiskey por lo tanto, no es una novela sobre el crimen organizado ni la guerra contra éste. Es sobre la gente que lo vive cotidianamente no como protagonistas, sino como telón de fondo.
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