Wednesday, January 7, 2015

La balada de los arcos dorados en EL UNIVERSAL

Mi estimado Elmer Mendoza

escribió en su columna de El Universal el siguiente texto sobre La balada de los arcos dorados

para leer el texto en el link original dar click AQUÍ


Contar acertadamente la vida de una ciudad no requiere de una trama perfecta, sino de una prosa sutil y cadenciosa a partir de la definición precisa de personajes, espacios y circunstancias probables cuidadosamente desarrolladas; es la impresión que deja la novela La balada de los arcos dorados, de César Silva Márquez, publicada por Almadía en su colección Negra, en agosto de 2014, en Oaxaca, México. Es una obra sorprendente y genuina.

César Silva Márquez, nacido en Ciudad Juárez en 1974, con esta novela se ha convertido en un narrador mayor; su experiencia como poeta y novelista le permiten manejar ritmos poéticos y narrativos como herramientas seguras para conseguir una prosa imprescindible. Es una novela negra, pero utiliza recursos de diversas estéticas, como el sueño y la voz de un muerto que acompaña a Luis Kuriaki, un periodista de nota roja que no es capaz de escribir sus artículos. Hace unas horas, soñé al cantante Caetano Veloso: me decía que México necesitaba palabras nuevas para recuperar su existencia, que debíamos encontrarlas y reinventar el país. Desperté con La balada de los arcos dorados en la mente, donde los sueños contribuyen a explicar la vida presente y prevenir el futuro. Se percibe que el autor disfruta el acto de escribir, aunque reconozca que “la vida es una fecha marcada en rojo.”

El policía Julio Pastrana consiguió que lo asignaran a Ciudad Juárez, donde desapareció su prima Margarita; mientras busca, encuentra cadáveres todos los días, entre ellos varios que aparecen desnudos, con la ropa a unos metros y un balazo en la cabeza. Después de varios días de investigación ubica a una persona que pudiera ser la asesina; mientras esto ocurre, hallan fosas con cadáveres, cuerpos colgados de puentes y traficantes de droga muertos o viviendo sus últimos días y comiendo hamburguesas. Aparecen dos mujeres hermosas: Rebeca, que duerme con Kuriaki de vez en cuando, y Rossana, periodista que usa bragas de colores con quien Kuriaki se queda a dormir cada vez con mayor frecuencia.

Silva Márquez desarrolla la historia con desenfado, con una visión libre de la novela policiaca donde no juega demasiado con lo clásico que la define; por ejemplo, presenta una perturbación que no capitaliza al cien; lo que sí, consigue que la historia se desenvuelva como si se escribiera sola y él fuera apenas un ojo vigilante que permite que sus personajes jamás se sobrepongan a sus problemas personales; de tal suerte que la novela resulta un rompecabezas con la historia de cada quien. César es un escritor fino, correcto en cuanto al lenguaje y jamás abusa de licencias poéticas. No es fácil contar a Ciudad Juárez, pero él se las arregló para presentarnos un mapa donde abundan las Big Mac, los bares y los barrios donde el viento tiene miedo. Sus páginas son tétricas, cierto, producto de un espacio de grandes conflictos: “Mira la ciudad… la semana pasada mataron a dos médicos y un abogado, explotó un autobomba y…”, pero su narrativa no es grotesca ni delirante. La novela es breve, con huellas de reescritura tenaz que, como se sabe, es el recurso que distingue a los buenos novelistas, la parte consciente donde se definen las historias inolvidables. Digamos que enumera correctamente lo caótico que es cada personaje y le da sentido. Como asegura Martín Solares, “La novela no sólo es el lugar donde mejor se enfrentan algunas ideas, sino uno de los pocos espacios que cuentan con una geometría indiscutible.”

El autor se vale de eficaces convenciones como los vampiros, zombis, Batman, la familia Manson, Sharon Tate y las hamburguesas McDonalds que infestan el mundo y es fácil localizarlas por sus arcos dorados. Nos presenta una discusión sobre súper poderes en la que usted puede participar, ¿cuál le parece mejor: ser invisible o poseer gran fuerza bruta? Su opinión es valiosa. También hay carne asada, cerveza, whiskey y burritos, muchos burritos, que en esta novela le dan una fragancia especial a la ciudad.

Un elemento importante en la narrativa contemporánea mexicana es la no aplicación de la ley por quien debería hacerlo. Si se hace justicia, siempre es de otra manera. En esta novela, y de la mano del policía torturador que es Julio Pastrana, usted advertirá un novedoso equilibrio en el tema de la justicia y cómo las reincidencias es el factor humano a seguir en una investigación. César Silva, que es un trotamundos, sabe que los policías bailan de vez en cuando, y que los periodistas que no escriben sus notas adoran el ambiente del Noa Noa, ¿verdad que sí? Que en el 2015, donde estén, florezcan.

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